top of page
  • Foto del escritorAmarylis Fdz.C.

Ella



Solía ser de las que no podía tocar a los animales porque me entraba el pánico creyendo que me enfermarían con algo, o que me atacarían, con esa idea me criaron, pero un buen día llegó alguien que me demostró que no pasaba nada y todo cambió.

No era fácil luchar contra esa pequeña voz interior que seguía susurrando que "no era bueno", que "no era sano"... pero el cariño que transmitía ese pequeño ser que conocí, hacía que pudiera acallar esa voz el tiempo suficiente para disfrutarle.


Con el tiempo se hizo más fácil ignorar esa voz, y llegó otro ser peludo y de cuatro patas que me hacía sentir tan feliz constantemente, que me olvidaba por completo de sus travesuras de cachorro inquieto.

Al poco tiempo le perdí, y me costó tanto no echarle de menos, que comprendí que el verdadero amor, el que la vida ofrece, te lo dan primero esos seres inocentes, que ignoran tus defectos, y solo buscan hacerte reír y sentirte feliz, hacen de todo para llamar tu atención y se echan encima de ti justo cuando saben que lo necesitas porque ellos si que te ven de verdad y llegan a conocerte a la perfección, por eso son capaces de darte todo lo que necesitas, como y cuando lo necesitas y sin que tu tengas si quiera que decir nada.

Esa sensibilidad y gran capacidad de verdadera compañía me demostró cuantas veces nos rodeamos de gente para no sentirnos solos y acabamos como si en realidad nadie a nuestro alrededor nos viera, porque por muchas voces y gestos de atención, nadie te mira de verdad, solo ven desde su perspectiva y solo transmiten lo que les conviene, desde su egoísmo humano innato.


Entonces decidí buscar compañía sincera, y la encontré en ELLA.

Sin decirle nada, ella sabía cuando necesitaba su ronroneo en mi pecho o su mirada de ángel vigilando mis pasos. Estaba allí cuando necesitaba que me escucharan y me atendía de verdad. Sé que me entendía porque cuando necesitaba distracción traía un juguete para que entre risas, saltos y piruetas, fuese poco a poco olvidando cualquier preocupación del día.


Lo mejor de todo es que mi pequeña sabe exactamente cuando la necesito encima durmiendo en mi pecho, en mis piernas o en mi barriga, cuando necesito de verdad que se quede en su camita, en el sofá o entretenida en la ventana. Ella en su mundo y yo en el mío, con nuestro espacio individual intacto y perfecto en el tiempo. Sin enfados, ni reclamos ni reproches, ella me sigue queriendo igual porque me conoce de verdad y me quiere feliz, no a su vera, me quiere libre, brillante y serena, no a merced de sus deseos, caprichos o antojos, por eso somos tan buenas amigas, por eso seguimos siendo, compañeras.


Muchos pueden pensar que es mera conveniencia, pues yo le doy un techo, calor y alimento, que no tenía cuando era callejera... pero ella me da más de lo que yo le doy a ella, y nunca me ha exigido nada, con ella aprendí que el amor es cuidar de otro ser, saber lo que necesita sin que te lo diga con palabras, entender sus miradas, abrazar y cuidar sus momentos de enfermedad o sentimentalismo, y que conocer a alguien puede que solo requiera de mucho observar y escuchar. Pero que el amor verdadero, ya sea fraternal, familiar o pasional, jamás te exigirá que te limites a ser, hacer, decir o pensar lo que le parezca.

El verdadero amor implica libertad plena, y será así siempre que no cuarte la del otro. Porque el verdadero amor no daña, enseña.

4 visualizaciones0 comentarios
bottom of page