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Foto del escritorAmarylis Fdz.C.

La princesa Kiara

Aun recuerdo su rostro cuando me lo contaba...

Sus ojos deseaban que yo le dijera que su historia era real, pedía a gritos callados con cada anécdota que le dijera que era amor, que su dolor acabaría en felicidad, que vivía un cuento de hadas, que no estaba ante el final de una historia épica, si no que a penas iba por el climax del cuento y que si lograba capear la tormenta, alcanzaria la felicidad plena y definitiva ...

Pero opté por ser sincera.

_______



Era una noche fría, Kiara estaba sola en casa presa del pánico y al borde de la histeria. Colapsando los teléfonos de sus amigas incansable, en busca de un salvavidas emocional. Deseaba fervientemente que alguien le dijera que todo iba a estar bien, que el adiós que acababa de recibir no era ni remotamente definitivo, pero nadie atendía su llamada.


Enrollada en sus mantas más cálidas decidió cerrar sus ojos y sumergirse en la oscuridad con la esperanza de no hallar nada en ella, más que el silencio y la calma que abriga normalmente.

Pero su mente no hacía más que iluminarla con flashes de sus besos, aumentando sus ansias de salir corriendo a buscarle, se hacían notar de tal manera que le ardía...


Lily la salvó del colapso, y la llevo lejos de su agonía, buscó más compañía y así Abby también la ayudó a consolarla, para hacerla comprender lo afortunada que era de haber salido de la prisión en la que se encontraba.


Abby sabía bien que cuando un maltratador por fin te libera sientes que la culpa es tuya, y abrigas la esperanza de que te de otra oportunidad para intentar arreglarlo todo... Pero también había aprendido la diferencia entre el síndrome de Estocolmo y el verdadero amor, pues llevaba ya unos cuantos años siendo testigo de que cuando alguien te quiere no te cambia, no te fuerza, no arma dramas para que bailes a su son, y por eso podía entender a Kiara y además ayudar a salvarla, siempre y cuando ella por fin abriera los ojos y vislumbrara el alba.


Lily tenía un doctorado en dramas, y no precisamente por vivirlos en carne propia, no le hacia falta, tenía el don de ser capaz de ver más allá de las fachadas, entendía los cuentos y las metáforas de la vida, lo que la hacía capaz de aconsejar y acertar con sus palabras. El don y la maldición lo llamaba... Pue sentía en ocasiones que en a veces le privaba de experiencias mágicas por ser capaz de anticiparse y captar como acabarían, saber que el camino que tienes delante te llevará a un precipicio evita que tomes el sendero, pero hace que no veas lo que pueda haber en el camino. Sin embargo poco a poco comprendía que era afortunada, pues la magia que había vivido en carne propia era pura y al no ser dañina, podía permitirse recordarla con cariño y sin lagrimas amargas.


Kiara había vivido muchas historias, pero aun no le servían para ver con claridad, y es que hay personas que por mucho que tropiecen, no alcanzan a rectificar la trayectoria para cambiar de rumbo, son como polillas a la luz, y necesitan de guías para encontrar el camino a bonanza. Quizá sean almas jóvenes recién reencarnadas, que viven día a día sin aprender del ayer del todo y sin ansias del mañana.


Las tres, miraban el horizonte, con el océano y las estrellas acompañando la velada, listas para la lección que necesitaba Kiara, fue Abby quien después de mirar a Lily, lo dijo primero, como si se hubiesen leído el pensamiento y con la mirada se dieran el turno de palabra.


<<Estas encaprichada.>> - dijo.


Kiara no quiere reconocerlo pero algo dentro se le resquebraja, le han dicho en dos palabras que toda su historia es mentira y pensar que todo fue falso la apuñala.


Lily lo ha visto en su mirada, pero sabe bien que no hay nada de falso en lo que ha sentido, solo que ha malinterpretado el sentido, por eso le explica con dulzura lo que hace un par de años aprendió con su marinero.


<<Cuando es amor no hay daño, no hay discusión que acabe en golpes, cuando es amor eres tu siempre, y no solo te acepta como eres, si no que te empuja a serlo constantemente, el amor no te corta las alas, las asicala y las prepara para el vuelo, y tu con él ni si quiera te creías capas de volar.>> - declaró.


La mente de Kiara voló a la velocidad de la luz y solo con escuchar esas palabras comenzó a recordar todas las peleas, todos los insultos, todos los golpes y lágrimas derramadas, recuerdos que parecían borrados, revivieron de tal manera que volvía a sentirlos en la piel como en cada uno de esos instantes.


Pasaron horas hablando de sus historias pasadas, comparando las acciones y reacciones de cada una de aquellas vivencias que de alguna manera la había llevado hasta la última historia, comprendiendo cómo se equivocó tantas veces que hizo daño y cómo la vida al final se lo hacía entender poniéndola a ella ahora en el lado de los apaleados.


Kiara estaba madurando, pero aún le quedaba un camino por recorrer.












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