Esa que tanto retrasé, esa que tanto evitaba... pero tenía que vivirla, aunque se esté cargando todo lo bonito que yo recordaba, todo lo que yo creía que era, he de eliminarlo porque estaba brutalmente equivocada...
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Cuando todo comenzó parecía imposible que fuera cierto, la voz interior de su ser que tanto había deseado encontrar un amor que lo diera todo por conquistarla era incrédula, le repetía una y otra vez que no era real, que algún trasfondo perverso tendría, porque un amor tan intenso y aparentemente fuerte no surge de la noche a la mañana, al menos no si es algo real.
Como quien camina entre minas, ella se resistía a confiar e iba lo más despacio que el apasionado le permitía.
Se enfrascó tanto en observar sus movimientos y en analizar sus intenciones, que no fue capaz de ver lo que se estaba formando en su corazón.
Terminó por creerse que él la quería, y empezó a aceptarle en su vida, le abrió las puertas de su morada y aunque no lo sabía también de su alma.
Se sentía culpable, como si no mereciera que la quisieran de tal forma, y cegada en esa culpabilidad caminó por un jardín de besos tiernos, que parecían cargados de amor, se durmió plácidamente en los brazos del apasionado sintiéndose por primera vez cómoda, cálida y protegida...
La rapidez con la que sucedió todo y la intensidad de cada instante que vivía no le permitió entender lo que sentía, creía que era imposible haberse enamorado de nuevo, creía que era un error de sus sentidos pues hacía poco lloraba por culpa de un ingrato inmaduro que no supo valorarla y cuidarla como merecía.
Pero así era, no solo se había enamorado por completo, estaba viviendo lo que siempre había deseado, tenia a alguien que quería llevarla de la mano con orgullo a todos lados y que la hacía sentir a salvo, con él era ella misma en todo momento y estaba cómoda siéndolo.
Arropada por el éxtasis de un amor que en lo ojos de él brillaba como galaxias enteras condensadas en un pequeño espacio, se sentía completa aunque los remordimientos de culpabilidad la embargaban y la hacían callar en momentos en los que no debió hacerlo, estaba tan agradecida y cómoda que se olvidó de seguir creciendo, dejó de lado sus metas, borró de sus horarios cualquier posible hobby que la despejara de la vida diaria... y poco a poco dejó de verse en el espejo.
Sumida en la incomprensión de su estado, pues tenía todo lo que había deseado y él parecía verdaderamente entregado a ella en todos los sentidos y a conciencia, se encontró como atrapada y ausente de la realidad.
Necesitaba su espacio, necesitaba encontrarse, volver a conectar con su yo interno de nuevo pero no encontraba la forma ni el tiempo para hacerlo.
Él tenia en la cabeza firmemente la convicción de que era su pasado la que la mantenía lejana, estaba completamente convencido de que ella no había olvidado a quien la había dejado tan rota cuando la encontró y se preguntaba cómo era posible que ella no se hubiese enamorado de él a pesar de todo lo que habían vivido, él se había abierto a ella plenamente y estaba dispuesto a entregarle su vida pero ella no parecía querer recibirla y si le preguntaba, callaba, lo que reforzaba su teoría.
Ella se marchó pues él le dijo que ya no sentía lo mismo, y tomó eso como semáforo en verde para su partida.
Él creía que con decir eso ella reaccionaria y todo se aclararía pero no fue así.
Ella intentó decirle que le dolía perderle y que no quería marcharse pero necesitaba que él aprendiera a vivir por su cuenta y a ella le hacía falta recuperar el control de sus tiempos para reencontrarse consigo misma.
Él asumió deprisa el cambio y cuando aún ella hacía las maletas en casa él ya buscaba otras con las que conectarse y borrarla enseguida.
Mientras, ella seguía creyendo en el amor que veía en sus ojos y se debatía, porque no quería dejar de verle amanecer, pero sabía que tenía que recuperarse en solitario pues se sentía perdida. Confió en que el amor que él le había dado era verdadero y que por ello jamás se borraría...
Pero ni fue real ni se pudo conservar, y más tarde lo vino a comprobar.
Cual botella sin corcho el amor por ella se vació en él fácilmente y no dudó en rellenarse enseguida con otras historias, algunas por entretenimiento otras por intentarlo con otro corazón y encontró rápidamente sustituta a la que llenar de amor incondicional sin medidas.
Le dijo las mismas palabras, juró que jamás había amado a nadie como a ella, y ninguna historia anterior en su vida importaba, mucho menos la última, si, ese último “amor de su vida” con quien en su momento también decía que quería casarse y formar toda una vida.
Ella siguió navegando y confiaba en que el tiempo los uniría de nuevo, que el apasionado loco irresponsable aprendería y para cuando volvieran a encontrarse ella y él habrían aprendido a ver la verdad de la vida.
Ella se volcó a conocerse y encontró lo hobbys que le hacían falta para equilibrar su día a día, y aunque le recordaba a diario y quería poder compartir su alegría con él No podía, estaba metido de lleno en otra vida y ya hasta costaba reconocerle pues adoptaba rasgos de la que lo envolvía.
Entonces comenzó a vivir nuevas historias, dio ocasión a repasar algunos libros que ya había leído pero enseguida comprendía que ninguno le devolvía aquello que el apasionado le había mostrado que existía.
Al menos algo bueno de entre tanto intento fallido; había comprendido exactamente lo que sentía respecto a su pasado, ya no había amor de pareja por aquella historia trágica que la había dejado rota hasta aquel día en que conoció a su apasionado, solo cariño y deseaba sinceramente ser su amiga.
También descubrió nuevas caras, muchas de ellas parecían sacadas de películas o de revistas y aunque no se puede negar que disfrutaba, no había ninguno que la hiciera sentir ella misma, cómoda, feliz, completa y segura, como el apasionado lo hacía...
Sin embargo llegó un historia del pasado lejano que la dejó en jaque.
Cual demonio perverso y travieso, pero ángel caído al fin y al cabo, llegó para despertar una pequeña llama del fondo de su ser, que ya había dado por extinta hacía mucho.
Se activó de nuevo y quiso continuar con ello, esta vez iría más allá...
Quizo aplicar sus conocimientos aprendidos, ni muy lento ni muy rápido, ni muy obvia ni muy reprimida... Poco a poco parecía que todo iba caminando sobre ruedas cuando un día después de una broma en la que ella deja ver la madurez adquirida, y que no caerá en reproches si él tiene otras miras, pues considera que quien quiere estar con ella está, sin vigilancia ni exigencia dirigida, él se siente asustado porque interpreta su falta de celos una prueba de que al igual que la última, a ella le da igual perderle. Grave error mi perverso y hermoso ángel...
Ella se da cuenta de que con él tiene que medir cada acto o cada palabra y comprende que no puede ser ella misma sin que surjan malos entendidos debido a sus inseguridades, y aunque le duele lo suficiente como para volver a derramar lágrimas comprende enseguida que él es otra historia pasada que no llegará a convertirse en su final, al menos no todavía.
Pasa el tiempo y el apasionado sigue en medio de tormentas y calmas en la misma historia que comenzó desde que se vació de ella, ya se observan los cambios, los ojos han perdido por completo su brillo, no camina con la misma alegría y se le nota cansado no solo físico si no en el alma... pero él prefiere seguir en guerra que buscar refugio a solas, parece alérgico a la paz y enganchando a la tempestad.
Ella continúa viviendo historias, logra dos metas base de su pirámide, pero sigue sin conseguir lo que buscan su alma y su corazón, aquello que solo el apasionado había logrado enseñarle.
Algunas historias le sirven para seguir construyendo la lista de lo que sí y lo que no quiere en su vida, y cada vez tiene más claro que no busca tempestades absurdas, dramas sin sentido que no llevan a nada más que gritos, reproches y malos entendidos.
Tiene claro lo que quiere y no va a conformarse con cualquiera, pues está segura de que le queda camino a sus metas por emprender pero que además debe encontrar a alguien verdaderamente digno para compartir su camino y más tarde su llegada al reino que pretende crear. Está segura de que ha de ser alguien que la respete, que la proteja, la valore, la ame, pero sobre todo, que jamás la haga perder su voz, su espacio, su tiempo y su esencia.
Justo en el embarcadero a su siguiente meta se encuentra con su apasionado, y vislumbra la esperanza de que quizá viene a embarcarse con ella hacia ese nuevo reino lejano pero firme que se ha marcado como destino. Pero se equivoca de nuevo, le tiene en frente y durante horas hablan sobre pasado y futuro en común, pero él no llega a embarcarse, decide volver a la guerra. Ella no dijo nada.
Al volver a verle y compartir noches a su abrigo se dio cuenta de que sentía todo lo que busca en otros, ve que surge la magia como si fluyera naturalmente sin forzar nada, las risas, las caricias, las miradas, todo sale sin esfuerzo como si los años separados no hubieran importado nada, pero está claro que si ella sigue sin decirle al apasionado lo que siente o lo que piensa, éste sigue creyendo que no hay nada.
Ella es como la reina Victoria, regia, pero lo peor de todo es que cree que es muy obvia, jura que en su cara se ve claramente su pensar, su sentir, pero se le olvida una cosa, cuando hay sentimientos, sean cuales sean éstos, la visión se nubla y no te deja observar aunque pienses incluso que miras claramente lo que tienes en frente.
Decide embarcar, de todos modos iba a hacerlo, la acompañara o no un rey en su aventura, tenia claro que quería llegar al puerto del conocimiento y la experiencia profesional, pues era el siguiente escalón en su pirámide.
Sin embargo las fuerzas le fallan, y para palear el volcán emocional que despertó el apasionado, recurre a la ultima historia repasada, cree que si se distrae en los momentos cumbre de erupción, podrá pasar menos herida y exhausta. A fin de cuentas no puede permitirse fracasar en la travesía y claudicar a mitad de camino, le resulta un lujo que no se puede permitir.
Casi a mitad del recorrido aparece de nuevo el apasionado, justo cuando ya los servicios del acompañante itinerante comienzan a ser infructuosos, pues ya han pasado por el crepúsculo de otro momento en que parecía que podía ser pero se niega de nuevo el itinerante a cambiar su estatus, pues está seguro de que ella le hará daño.
El apasionado aparece esta vez como reforzado, dispuesto a disfrutar de ella sin compromisos, solo para darse un gusto de manera segura, con alguien con quien está a salvo, y aunque ella estaba deseando ése momento para por fin decirle todo lo que lleva guardo, se le agolpan tantas cosas en la garganta, que una vez más le es imposible articular palabra.
Sin embargo se queda pensando en ello el suficiente tiempo como para armarse de valor y soltarlo, pero el apasionado no le permite hablar personalmente, evidentemente ya anda de nuevo medio entramado en su guerra y no quiere que la paz lo pueda convencer de no volver a ella, pero la escucha en la distancia, y le dice que de ningún modo imaginaba que ella pudiera sentir semejantes emociones por él en su alma.
A distancia porque así puede decirle que él no siente nada, que todo lo que ella creía que había no existe, así puede decirle todas las cosas que se lleva repitiendo para mantenerse en la guerra.
Ella desolada, creía que al soltar todo se liberaría, pero nada más lejos de la realidad, se siente atrapada, con el cuerpo vapuleado a tal punto que le duele moverse, pero lo que más le duele es pensar que después de todo, lo que vivió era mentira, que lo que ella veía en su mirada era fingido, que cuando se sintió culpable creyendo que no amaba como debía a alguien que si lo merecía, en realidad no estaba siendo más que un capricho más de un apasionado zombi de la vida.
Sentir que no solo te equivocaste al interpretar lo que veías y lo que sentías, si no que tampoco significas nada para alguien con quien estabas dispuesta a compartir tu vida entera, con quien te hacia ilusión reinar en ese imperio en construcción en el que trabajas día a día, es como que de repente te digan que llevas muerta todo este tiempo y que nada de lo que haz tenido es tuyo ni podrás disfrutarlo de verdad jamás.
Sin embargo cuando pasa el dolor más fuerte y las lagrimas limpian y aclaran la visión, escuchas de nuevo la voz que ha mantenido la esperanza todo este tiempo, haciéndote recuento de todos los detalles que te han hecho concluir que si era cierto lo que veías y que si te quiere como pensabas, las señales de tu apasionado encerrado en el cuerpo de un desquiciado poseído por el hervor de la guerra. Señales como fechas, como gestos, como frases, como palabras o como recuerdos que él te ha dicho y luego te niega o mágicamente no recuerda.
Aun así ella ya lo ha hecho todo, ya no le queda más que decir o hacer para rescatar al apasionado que recuerda, le toca dejar que el tiempo pase y confiar en que algún día sanará y vuelva a ella porque de verdad se dio cuenta, del todo, y está seguro de que ella es, fue y siempre será su respuesta.
Pero aunque la esperanza intente sobrevivir así dentro de ella, intentará asfixiarla, dejará que la tormenta invada cada rincón donde habita para que acabe ahogándola, y así por fin desaparezca.
Seguirá probando nuevos libros sólo para embriagarse y distraer su interior enamorado, como quien juega sabiendo que no ganará nada, pero disfrutando de las pequeñas victorias de la ruleta, como cualquier adicto al juego que gasta más de lo que gana en cada juego de muñecas, pero se excusa en esas pequeñas migajas para seguir jugando sin premio real, solo vaciando más la cartera del alma...
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